22.12.07

Las manadas. Barcelona


Este es un metapost: una explicación de lo que me hubiera gustado haber escrito sobre un tema recurrente, un tópico que se me ocurre de manera regular y sobre el que debería escribir o reflexionar o lo que sea. El tema son las hordas de guiris del Park Güell que circulan casualmente por el km mágico de muchos trotantes matutinos. Es en el momento en que quedo engullido por la masa de seres curiosos pero guiados, pienso que sería interesante hablar de la Barcelona real, del continuum turistificado actual, de las actitudes o las edades o las poses de los paseantes del Parc, Park o Parque (cuando era pequeño era el parquegüel). Cuando me siento no veo por donde enfocar el asunto, quizás las vestimentas, quizás la masificación, quizás los colores de la ropa, pero ninguno de ellos me crea un hilo claro. También me fijo en el paso cansino de unos o el interés auténtico de otros por las construcciones gaudinianas o el bosque mediterráneo reconstruido. Me acuerdo de que allí comía pipas, allá cazaba renacuajos, acullá aprendía a ir en bicicleta y entremedio los coches cruzaban el parque sucio, descuidado, espeso. Me desvío de lo que quería decir: los turistas como borregos individualizados o cualquier obviedad pseudoaguda de ese tipo y veo que no tengo más que decir, mon semblable, mon frère, grandísimo hipócrita.


18.12.07

A la izquierda, Bernini. Roma

Este a la izquierda es Bernini. A todo el mundo le suena tanto como Borromini. En tiempos eran una pareja popular y admirada en la Roma del barroco. Se dedicó a crear edificios y esculturas magníficas. Pintó su cara y vio la vida sobre ella. Yo había andado ese día cerca de San Juan de Letrán bien pronto. En la exposición romana dedicada al artista se citaba a Montaigne, el que se fue a su casa a pensar y a escribir y a vivir. Que se sepa ni uno ni otro se dedicaban a otra cosa que a sus pasiones. Y ambas les dieron conocimiento y serenidad.


Una perla de Montaigne:

"La muerte es el fin de nuestra carrera; el objeto necesario de nuestras miras: si nos causa horror, ¿cómo es posible dar siquiera un paso adelante sin fiebre ni tormentos?"

y la solución


"Soy partidario de que se trabaje y de que se prolonguen los oficios de la vida humana tanto como se pueda, y deseo que la muerte me encuentre plantando mis coles, pero sin temerla, y menos todavía siento dejar mi huerto defectuoso"

Y perlas como esta sin parar, con tranquilidad y simpleza: inteligibles como la cara de Bernini y el trazo del tiempo en su rostro concentrado y lejano, soñador como el propio Montaigne decía de sí mismo.

¿Qué coño hacen estos aquí me pregunto?

¿Justificar los momentos turismo del personal? ¿Justificar los momentos existenciales del personal? ¿Justificar los momentos pedantes del personal? ¿Justificar los momentos ensoñación estética del personal? ¿Justificar los momentos vergüenza ajena del personal? ¿Justificar los momentos ferozmente tranquilos del personal?¿Justificar los momentos los tengo ahí cerca y me dicen cosas y no tengo tiempo, ganas ni disposición de oírlos? Me gustaría hacer un panel de esos de votaciones para determinar la respuesta a la pregunta.

12.12.07

La joie de vivre. La Mina



El título es en francés pero el recorrido es por la Barceloneta y la Mar Bella hacia La Mina. La misma dirección que seguía el Camarón cuando acababa su concierto en el Palau de la Música y los gitanos le esperaban en bar "El Boquerón de Plata", en La Mina, a que les regalara un rato de fiesta y también de arrobamiento.
El mar se agita y los windsurfistas lo aprovechan. El sol pálido mece un leve viento o el pálido viento mece un leve sol. Soy saludado contra la costumbre por varios practicantes. Tengo a José Monje en los oídos y en las piernas. Me dolían el tobillo, la rodilla y los putos isquiotibiales derechos pero desde que he empezado no noto nada. El flamenco y hasta el flamenquito de algunas de las canciones me ensimisma y me encimisma. Intento recordar mientras corro algunos de los versos para incrustarlos aquí, pero mi memoria es como la de un octogenario. Es igual, son los tópicos de siempre: el dolor, la alegría, el amor. Hoy he corrido y me sentía inundado de un bienestar rítmico y canoro.
Ahora me hago preguntas retóricas: ¿Es esto que hago otra de las modalidades del hedonismo? ¿Haremos recuento de recorridos como quien recuerda sus vinos y licores, sus habanos o sus fazañas de dormitorio?
Y ahora la respuesta retórica: cuando era pequeño odiaba el flamenco, el olor del licor y el humo de tabaco de mis mayores de la misma manera que la cutrería que me rodeaba. Todo lo que detestaba antes hoy lo abrazo con pasión. Lo del correr, en cambio, es diferente.

21.11.07

La foto de ayer. Londres


Al enseñar la foto me dijeron que la nube del fondo era humo y que por lo visto había mantenido en vilo algunas horas la seguridad de la ciudad. Yo no me di cuenta, claro. Desde el Southbank y uno de los puentes del Támesis sólo veía con envidia en la fría mañana a corredores yendo de un lado a otro. A la mañana siguiente, en Hyde Park, una sucesión predecible: las young girls, las ardillas, los patos cruzando en procesión y la fina lluvia. Quería pasar cerca de él y caí ante la estatua de Peter Pan, apenas visible en la bruma.

Hoy no había más rastro del humo que el color del bronce del personaje detrás de la valla. Londres es una ciudad apagada sobre la que brillan más que en ningún otro sitio los emblemas empaquetados de nuestra era y los estandartes de lo que vendrá.
El sol ilumina ahora a lo lejos Richmond Park. Un ciervo confiado parece que berrea. No hay humo. Todo es luminoso. Ya todos corren siempre.

15.11.07

Las puertas: una poética sin ínfulas. Roma


Era una imagen matutina de alguna película neorrealista de pícaros gesticulantes y mujeres de brazos en jarras. La puerta estaba cerca de San Juan de Letrán pero mi memoria ha sido incapaz de retener por más tiempo su nombre (el de la puerta). La recordaba como inicio de una plaza polvorienta y ahora es poco menos que un mojón desabrido en mi memoria. Normalmente retengo 3 o 4 detalles que al menos a mí me parecen significativos del lugar, de la gente, de mi estado de ánimo. Después lo combino en relativo poco rato con lo que me aparezca en el momento de la escritura. Nada hay predeterminado. Mi límite es mi vagancia y mi aún mayor falta de imaginación. A veces creo que descubro algo y después de escrito, veo que es sólo recuerdo. Realmente disfruto, aunque me apena no haber retenido más detalles romanos. En la foto, la Fontana di Trevi después de un ataque reivindicado por activistas presumiblemente de derechas.

22.10.07

Las choquezuelas


Así es como llamaban el bueno de Sancho Panza y los de su siglo a las articulaciones. Esta mañana las padezco subiendo hacia el Park Güell. Noto algo más que una molestia en el tobillo derecho, la rodilla derecha y donde apoyo el pie derecho. Es casi dolor y también inquietud por la previsible inactividad posterior. No las quise sentir mientras hice la carrera de montaña de mi otra parte del barrio. Allí sufrí en las bajadas y disfrutaba padeciendo en las subidas en un día barcelonés de diáfana luz otoñal, fresco y soleado como el tópico literario o la propaganda de productos de salud. Keira Knightley me acompaña hoy en mi calvario. Me vé con su estupido mohín bélfico anunciando un perfume de Chanel en todas las paradas de autobús del recorrido. Estoy seguro que durante unos días todos los usuarios de autobús del mundo habrán visto a la pirata del Caribe tapándose sus verecundas partes e interpretando ese extraño gesto con la boca. He conocido a alguien, desdichada, que además ha osado incorporar ese detalle a su repertorio facial. Los resultados han sido esperables dada su fisionomía. Pero en el caso de la indudablemente guapa chica de nombre irlandés o galés, que no necesita de subterfugios para mostrar sus encantos, no me explico cómo su rictus tiene esa aceptación universal. Qui lo sa? Keira son mis choquezuelas izquierdas y Knightley son mis choquezuelas derechas, las knees globales en estado de descomposición o de regeneración, según se mire, claro.

10.10.07

El alma dormida. La Mar Bella. Barcelona.

Es un día del fin de septiembre o del inicio de octubre. Es mediodía y el mar y el horizonte son un inmenso salvapantallas. La amenaza de lluvia es un reclamo para la soledad. El rito del sudor, del sacrificio que será expiado,vuelve como cada año con el cambio del tiempo. Ya hace unos días de esto y no retengo los detalles excepto el frío escenario de los azules, el blanco, el negro y el gris y una clara sensación de extrañeza. He recorrido otras veces espacios metafísicos, lugares de abstracción, caminos y espacios cargados de estética o de historia. En la mayoría la mirada es una simple anécdota anodina. Ese día sentía el sufrimiento de la vida y de Juan y de su muerte. Pensaba en su mujer y en como ella, con su determinación, era capaz no tanto de superar el dolor como de ofrecer serenidad, limpieza, paz. Pensé que ella era la sensación de ese fugaz momento. Pensé que ella nos estaba diciendo qué hacer y cómo hacer fuera del insólito escenario.
Purificación.

Mar Bella – Barcelona (sept-oct 2007)

28.8.07

Índalo cromo


Hay un tramo de tierra suficiente entre Garrucha y Mojácar que tiene a su lado el mar, la mar, bravío/a. A pesar del calor, la humedad, los coches a un lado, las desconcertantes partes urbanizadas (¿qué sentido tiene el césped en la estribación de un desierto?) y lo que es aún peor, las que están en proyecto de serlo, es muy agradable sentir el viento contra el sudor cuando el sol cae y algún pescador retira del mismo tramo su vehículo con suficiente cuidado para no interrumpir la marcha. Indicaré el recorrido para universal conocimiento.
No podemos salir de Puerto Rey, la urbanización pionera en la zona y perteneciente al municipio de Vera, que mostró como los que ya tenían dinero podían acudir a lugares alejados del mundanal ruido, verbigracia Madrid, acceder a una residencia de buena calidad, disponer de un puerto deportivo cercano y disfrutar tanto de los excelentes pescados y mariscos de la zona como de la compañía de sus buenas gentes sin ser molestados en exceso. No es ninguna novedad, porque de hecho sólo necesitaban dinero y buena vista. Creo que no previeron el crecimiento a la izquierda y hacia atrás de la urbanización, según se mira el mar, de todo lo que vino. El llamado modelo de turismo sostenible de Vera (y de los municipios y costas adyacentes) se ha basado en replicar industrialmente Puerto Rey aunque con alguna limitación. Es sabido que la gente con dinero, como la gente pobre, tiene un cierto horror a lo uniforme y así en Puerto Rey conviven diversos tipos de viviendas con calles sin acabar de asfaltar en un continuum de calidad pero algo informal, como casual. Allí florece un campo de tenis, allá un pitch & put y acullá los niños con sus polos desgastaditos montan en bicicleta. Por desgracia, ese sano sprit estético no ha sido recogido por los promotores de Puertas de Orientes, Lomas de Desiertos, Paz Marítima Mediterránea y nombres del estilo que han diseñado un tipo de vivienda unifamiliar asequible que se está multiplicando en tapices de piedra en función del número de hectáreas. Decía que no es recomendable empezar desde Puerto Rey porque tendríamos que correr un rato sobre arena y a veces las zapatillas se llenan y es desagradable, por eso lo mejor es empezar desde el carril para bicicletas que empieza en las Marismas de Vera, que es tanto una urbanización como un enclave natural que hace honor a su nombre para garantizar la parada y avistamiento ornitológico. Diríase que el estilo del kilometrito y medio marismeño es postropical andaluz: palmeras agrupadas en la arena a modo de macizos florales, chiringuitos sin asomo de fritanga y un paseo recogido, seguro y casi exclusivo para los habitantes de las dos urbanizaciones que empieza a coger una leve pátina, como todo lo genuinamente pijo.
Sin solución de continuidad pasamos a Garrucha, de puerto comercial, pesquero y deportivo, que es como tener tres amores a la vez y no estar loco. El paseo está lleno de paseantes e incitantes restaurantes y por lo tanto de obstáculos. Lo acabamos en menos tiempo de lo esperando admirando ora la Virgen del Carmen en mármol avistando la entrada de cualesquiera de las embarcaciones en sus triples usos ora la construcción setentera en primera línea de playa, cual Benidorms o Llorets con límite de edificación vertical. Entonces empieza el tramo de tierra al que aludía y sobre el que trotamos, salvo un pequeño trozo asfaltado, hasta bien entrado Mojácar. Si Vera es el laudable ejemplo de qué hacer cuando realmente sólo se tiene sol, playa y desierto, Mojácar es el ejemplo de lo que se debe hacer cuando se tiene un precioso pueblo blanco andaluz sobre el mar, playa y existe de manera indudable la querencia inglesa por los preciosos pueblos blancos andaluces. A la par que tematizamos el pueblo, esto es, ampliamos el número de calles con geranios, asignamos un referente simbólico, el Indalo y lo llenamos de comercios y bares, dejamos que la costa se ajuste a la necesidad del visitante anglosajón. Como en tantos otros sitios, empezaron con una hostelería low cost basada en lejanas reminiscencias hippies que ha evolucionado hacia formas más mesocráticas: aceras amplias con facilidades para personas con discapacidad y un cierto orden en las alturas y las proporciones que son el negativo de cualquier suburb inglés. Es la estética imperial en su versión mediterránea, esto es con campos de golf a pie de mar. Y por eso cuando corro por allí me vienen a la mente calles insustanciales de Manchester, Birmingham, Doncaster, Coventry o Cork. También de la metrópoli, del Londres de ladrillos rojos y de los paseos cercanos al Támesis. No me acuerdo de estos sitios nunca cuando estoy en el civilizado carril bici de las seguras Marismas y sí me acuerdo cuando tengo el batiente mar abierto a mi izquierda, sudoroso, pasando calor, sintiendo el viento y oliendo el salitre. Es posible que Mojácar haya sido más abierta a la influencia anglosajona - ahora ya no ponen tapas for free en sus bares para escándalo de la población local- mientras que en Vera se haya impuesto el orden hispánico pasado y actual. En ambos casos la piedra que generosamente dispende el desierto está llegando convertida al borde del mar y con ella la fiesta de la civilización veraniega.

Las periferias. Valencia




Antes de que se desvanezca el leve recuerdo, estamos obligados a dar cuenta, sobre todo oral, de aquellos sitios que nos impresionan o que pueden impresionar al desprevenido interlocutor. El río imponente sobre la ciudad imperial, la bahía esplendorosa, el camino entre los árboles majestuosos, el parque central preparado para la práctica corredora, los detalles locales intransferibles, el clima desusado en nuestra hora y latitud. El interlocutor es siempre un aborigen reconvertido en turista ávido de sensaciones rápidas inodoras e incoloras. Nosotros, los emisores de historias, somos en cambio conocedores indómitos del genius loci porque somos capaces de dejarnos caer del caballo paulista en cada itinerario. Es en ese momento cuando somos traspasados por las lanzas que nos abren a la aspiración máxima del hombre moderno: la pretendida huida del aburrimiento a través de la contemplación dinámica y activa de lo otro, mon semblable, mon frère. En esas trascendencias estamos cuando caemos en un hotel estándar de una cadena perfectamente estándar situado entre dos poblaciones de las antiguamente llamadas obreras. Es decir, un establecimiento entre cruces de caminos varios, polígonos industriales, ensoñaciones del pasado agrícola y normalmente ridículas ponderaciones de las bondades del sitio que lo acoge. Todas las grandes ciudades están rodeadas de estas poblacioness, legítimos aspirantes a la mediocridad reinante. Los barrios entran también en la definición. Es allí donde vive realmente la mayoría de la gente, esto es, los que votan y los que apuestan a los juegos de azar. Voilà que los 28 grados matutinos no impidieron la absurda resolución de salir y ver si habría un trecho transitable donde olvidar el dolor de la rodilla derecha o hacerlo más agudo. Y en verdad que allí estaba, más de un kilómetro de tierra con la mitad en sombra y sendas fuentes, una al inicio y otra al final. Un paraíso para el pringado que esto suscribe: un lugar donde correr sin mirar lo que ya conoces, la vida de extrarradio, el paseo del jubilado con perro, la suciedad y la extraordinaria calidez del sol de agosto, que vela por nosotros y nuestros inciertos caminos.

12.7.07

Capella del Legato o Farnese. Bolonia


Salgo por la mañana a desentumecer o a sentirme vivo, activo y fuerte. No es lo mismo desentumecer que lo otro, recordemos, darlings. Lo importante es que salgo y aunque ni la calidad ni la intensidad son fuertes, he huido de la cama y de la visión matutina del encierro de San Fermín y he enfilado hacia los Giardini Margherita. Después, el trabajo en la tal Capella, escenario de cardenales y papas, artistas manieristas, descendientes de Napoleón y de declaraciones rimbombantes y ahora lugar ceremonioso o ceremonial de la ciudad. El día anterior una colega tomó uno de esos fantásticos aperitivos italianos junto a Umberto Eco en persona y pasamos delante de la residencia actual de Romano Prodi y el lugar de nacimiento de Passolini. Todo muy sobrio y natural. Ya en la conferencia a la que asistía vimos entrar a una ajada señora luciendo una especie de sol en relieve de plata sobre su pecho izquierdo. “Pettoresco” dijo el otro haciendo el juego de palabras mientras reíamos bajo el bigote. Podía haber sido en tiempos un modelo de las odaliscas de los frescos de Prospero Fontana, el pintor de la Capella. Y es cierto, por lo que me dijeron de ella, que se sigue sintiendo viva, activa y fuerte aunque la energía sea otra y la carcasa se caiga y los otros, nosotros, nos riamos. Pienso, mientras me tomo el café con su agüita carbonatada, que creo que ella no va simplemente a desentumecerse por la vida como yo por las mañanas, sino que ha ido siempre a por algo más que la Minerva pintada por el tal Fontana. Esta sí que nos saluda castamente en la foto, un poco aburrida.

Bolonia, 12-07-07

1.7.07

Los jóvenes diletantes


Antes de alcanzar la Carretera o Camí de les Aigües, uno de los templos, sino el máximo, de los corredores de Barcelona: un templo in extenso se entiende, con piso de tierra, agua más o menos regular, alguna sombra y vistas sobre el mar y la famosa ciudad, oía la radio en el coche. No eran las 9 de la mañana y cuatro contertulios elucubraban sobre las formas del amor y la evolución de las relaciones humanas. Se expresaban con voluntad literaria, esto es con alguna que otra palabra poco utilizada, echaban mano de citas, buscaban un cierto "epatamiento" y alguno hasta engolaba la voz al estilo Umbral. Eran jóvenes y se percibía que estaban en el proceso de “vivir de” o por lo menos de “ser considerados como” escritores. Eran inexpertos con los conceptos pero felices con la palabra. Al acabar mi ejercicio ya no estaban allí, eran otros los tertulianos. Yo estaba cansado y contento y me acordaba de ellos como de Chris Isaac, que me había acompañado durante mi trayecto. Un Chris Isaac en sazón, el del “Blue Hotel in the Lonely Highway”, el clip con la moza de la foto y la melifluidad atemperada. Pensé en los futuros escritores y en el cantante y en los sueños cumplidos y después me descubrí calculando mis ridículos registros. Me consolé pensando que había estirado bien y que al llegar a casa las pillaría en el desayuno y que dormiría del tirón. No me acordé de ninguno de ellos al conciliar el sueño pero aquí estoy dando cuenta a la mañana siguiente. La envidia es tiña verde o amarilla.

Camí o Carretera de les Aigües. Barcelona. 1-01-07

26.6.07

La Pineda del Priorat. Prior pide mar


Entre el repertorio de paisajes clásicos de Cataluña, los pueblos de mar reconvertidos en dormitorios/vomitorios de los turistas europeos y propios que aún no pueden pagarse el Caribe y las agrestes tierras, aún así fértiles y ricas para el más poderoso de los vinos, el corredor no ve más que los paisajes de cierta infancia y de cierta adolescencia. Los veranos compactos han sido tradicionalmente para el muy pobre o para el muy rico (y ahora para el muy profe, pero esa es otra historia). El primero por no tener adonde ir y el segundo por salir afuera, pero a casa propia. El sueño del primero no es otro que hacer lo del segundo, que en definitiva es muy parecido a lo que hace el primero pero sin "ferragosto" y con servicio. Es así como los primeros veranos transcurrieron, en casa, claro, en la ciudad, en el barrio, claro, y como los segundos veranos permitieron completar un cierto mapa de una Cataluña playística y de otra Cataluña rural. El paseo de Pineda de Mar, la escasa pineda de la que quedan tres piezas decorativas sobre algún camping, ha sido también con el sudor la carretera perdida del Priorat: a pesar del desnivel de contaminación general (y paisajística) de ambos lugares, los dos son itinerarios de un ayer que empieza a apuntar lejanías. Las señoras relajadas, el olor a colonia, los olivos centenarios, la cercanía de la piel quemada, la tierra roja, los hinojos y el grillo que no cesa, la suciedad de la arena, el duro pezón, el lecho del río. Ahora lo veo todo mezclado, entre alegre y cansado, pero hay veces que ni lo veo ni lo percibo. No me importa porque sé que es cuestión de estados de ánimo, de pulsiones adheridas.

Priorat-Pineda (abril-julio 2004)

10.6.07

Tres Turons. Barcelona



Turó es la palabra catalana para designar una montaña pequeña. Tres turons, tres montañas pequeñas, tres montañitas. El impulso de la activa Associació de Veïns de Can Baró por organizarla ha permitido visualizar el desideratum u oscuro objeto del deseo de algunos de los que transitamos cotidianamente por estos parajes. La carrera han sido apenas tres kilómetros sobre tierra en semidescenso desde el Mirador del Virolai hasta el Complex Esportiu Can Baró. A nuestros ojos, Barcelona y el Mediterráneo desde el Llobregat hasta el Besòs, una cuesta formidable en la calle de Mühlberg y otras agazadapas en el Parc del Guinardó. Es deseo que el año que viene la carrera tenga enjundia organizativa y más de diez kilómetros. Es posible entonces que venga más gente y descubran una Barcelona improbable a 5 minutos de las hordas organizadas que asuelan el Park Güell.

Los Tres Turons son una abigarradita Barcelona verde y tierra de subidas y bajadas, con vistas panorámicas gratuitas a la urbe, al mar y a sus entrañas. Es también una Barcelona con vistas despejadas sobre un pasado fácilmente reconocible. El año que viene los corredores podrán correr por las montañitas rompepiernas como hoy y quizás disfrutar muriendo con los porcentajes alpedhuezianos de la calle Conca de Tremp. También podrán degustar el recorrido de la calle Gran Vista, que permite la transición entre las vistas de la Barcelona oficial y la escondida en su zona norte (Horta, Nou Barris, Santa Coloma, Badalona) y disfrutar de la improbable asociación de una casa oupada delante del club de petanca, lugar de encuentro entre los deportistas y los activistas entre kintos e imanes que ayudan a recoger las bolas. Después de reventar por la calle Mühlberg, quizás los corredores podrían subir por las escaleras que llevan a los refugios antiaéreos de la Guerra Civil y descubrir las casas con gallinas, los palomares y hasta las colmenas de las abejas en peligro de extinción. Tengo una amiga que vive por allí y que tiene una casa con piscina, aire fresco y sensaciones de plenitud cada noche y yo le digo que tiene los días contados y ella me dice que no. A lo mejor la carrera ayudará a que los días sean más contados todavía porque nuestro Ayuntamiento no tendrá piedad si vienen muchos visitantes. Por eso pienso que la carrera del año que viene acabará con la tranquilidad de la calle sin nombre que va paralela por encima a Gran Vista y que acaba en las escaleras que mueren en el bar Morcillo y que ofrecerá, si pasara, imágenes extrañas a los habitantes de Doctor Bové y Penyal antes de meterse de nuevo en los loopings del Parc del Guinardó. Allí, como en todas las partes no construidas, podremos oír y quizás divisar pájaros no vistos en otros lugares de la ciudad, oler el pino refrescante, aprovechar las sombras. También las pitas (las atzavares, nombre fantástico) y chumberas creciendo a los lados y cubriendo parte de la montaña baronense. Oleremos quizás las barracas que ya no están asomándonos a las casas autoconstruidas que todavía quedan. Quizás en 20 años sacarán pancartas de “Runners go home” y seamos recibidos con enemistad o a lo mejor será lo contrario, la carrera movilizará, pondrá en contacto y permitirá disfrutar a sus habitantes y a los que vengan de un lugar tan raro, tan particular y tan enfermizamente olvidado.

Barcelona. 10-06-07

Manitas de Uranio. Orebro. Suecia


Aunque todos pensemos que Suecia es Ikea en extenso con un añadido natural o que pensemos su negativo, esto es, Ikea como Suecia en miniatura, no deja de ser un país inaprensible: la sensación de seguridad, el sol omnipresente en verano, una hospitalidad neolítica (arenques con vodka), las banderas nacionales en los balcones, el junio de las promesas que se disiparán o correr en un parque natural que es la prolongación del parque central de la ciudad. A pocos kilómetros, los tranquilos suecos habían parado la construcción de una mina de uranio en un paisaje tan idílico e irreal como el que cruzaba. El camino, plano, a lo largo del río y después del lago en el que se desagua es óptimo para abandonarse: el piso es de tierra, no hay socavones, se combina frescor y abertura, todo es limpio, claro y verde. La gente divisa las aves migratorias en sus vuelos siberianos. Los patos (las ánades), la variedad de hierbas, flores y arbustos, las casas revestidas de madera roja, las vacas o los yaks y los merenderos civilizados son temas perfectos para pintores retratistas, amantes del languidecer único que tan bien conocía el padre de Wallander. Corro tranquilo, seguro de acabar el tiempo fijado y de olvidar la resaca del día anterior en que el tamaño de las copas nos había engañado. Los pescadores intentan vagamente cobrarse los insípidos peces del río. Algo se desliza sobre la superficie y deja una estela doble y convergente. Al poco aparece la cabeza, la testuz de serpiente que rompe la placidez líquida. Después me cruzo con un hombre en bicicleta con pelo, perilla y camisa blancos. Estaba lívido y sonreía. Sentí que era un ángel pero sólo eran las endorfinas, ya aceleradas.


Orebro: 13-06-04

29.5.07

Venezia


El día antes, perdía la exclusividad. Pordenone, que es una ciudad del Friuli, que está cerquita de Trieste, la ciudad del prócer de Mitteleuropa, de la Italia Austríaca o de la Alemania mediterránea, de Claudio Magris en definitiva, mantiene a la vez el legado renacentista y el fascista en un centro histórico como tantas otras ciudades desconocidas para nosotros: l'Aquila, Biella y cosí via. Disfrutando de esto y del puente sobre río de aguas nítidas, me topo con uno con los que trabajaría después.Me recomienda en un suave acento colombiano el paso adecuado. Poco después veo a otro del grupo paseando a temprana hora. Tras el desayuno, los comentarios y como toda pérdida de virginidad, un cierto reparo que no tuve al día siguiente sumergido en el escaparate del anonimato. Venecia es una ciudad sabida, consabida y deformada por su escenario y por el imaginario. Así, si alguna vez encuentras el cielo claro y un reflejo azul en sus aguas, un remoto recuerdo del Canaletto, es otra candidata al desfile de lo manido y de lo bello también. En mi ruta van apareciendo medios parques, zonas posiblemente indígenas, un mercado, una posible conversación en dialecto. Las sensaciones son reconocibles, comunes y domesticadas. Todo lo contrario que el día anterior, cuando por la tarde redescubría la verdadera dimensión del slow food al comprender que las pizzas debían ser ideológicamente compactas: reconocibles en suma.

28.5.07

Renascere. Amsterdam


Se renace cuando algo ha muerto o ha quedado sepultado, olvidado de repente, y algo nuevo o inesperado nos invita a renovar o resituarnos. Una catársis, una epifanía son maneras de renacer, de empezar como la primera vez pero con más conocimiento, con memoria, con historia. Corriendo se renace también cuando vuelven las sensaciones, las pisadas de las fuertes piernas, las motivaciones intensas o las obsesiones más recurrentes. Los quince minutos de circunferencia del VoldenPark, lleno de ciclistas atravesando los charcos, lleno de hombres y mujeres hacia la jornada, ignorando al Spanjaard ese que corre, reconfortan con su piso de tierra, su entorno lacustre. Tienen la distancia óptima para controlar, relajarte, aguantar, cansarte y también, por qué no, sentirte un poco más feliz, más distendido y hasta más amable momentos antes del desayuno. Sólo porque es necesario se renace y por ello hasta alguna vez nos divertimos en el piccolo esfuerzo.

Amsterdam. 29.10.05

22.5.07

La nariz de Gogol. Poznan. Polonia


Buscaba entre las pocas almas con las que me cruzaba los rasgos de una fisionomía característica. Vano empeño por la falta de detenimiento y vano empeño por la carencia de referencias previas. En la descarada planicie polaca, bajo los largos árboles y una calma incontestada, pretendía encontrar los surcos de un tipo especial de apéndice. Después, sentado en la plaza del Mercado en la ciudad, con tranquilidad sistemática, alcancé a encontrar la regularidad anunciada. Nunca imaginé que el eslavismo se reconocía en la sinuosidad de la nariz. Sabía del posible levitismo de otras narices, vergigracia la mía, pero desconocía el rápido reconocimiento de la eslava. Una raza, una estirpe, una nariz, por lo visto.

Entra rítmicamente por las fosas el aire límpido. Por mis orejas circula un sonido tronante, que me permite apenas sentir. Acabo con ritmo voraz, en el momento que el sol de mayo aparece. Siento entonces el picor de mi persistente eccema. Aplico al instante la crema sobre mi nariz de filiación múltiple.


Poznan. 18.05.07

Escarcha. Graz. Austria

Otra vez la Graz de la densa niebla. El día es claro y fresco. Río abajo, el Danubio en lontananza, y río arriba. Me veo en el espejo atrapado por una especie de rocío. Soy musgo alargado cubierto por el agua de la mañana. Soy el musgo blanco. He atrapado, he sido atrapado por la niebla que no está. He sido un catalizador de gotas, un captador de humedad, un pararrayos de líquidos. Por encima de una arruga, las pequeñas gotas blancas son una gota compacta que cae a la pica.Me sacudo la cabeza con la mano y después lo hago como los animales. El agua hace el conocido como efecto Flashdance. Soy Jennifer Beals calva y rediviva.
Está clara que mis/nuestras referencias mediático-culturales son mojones de una educación incompleta, poco exigente y, ni barriobajera ni libertaria ni burguesa, menestraloide y mesocrática. Al albur de la niebla virgen sobre nuestra cabeza, me ducho enérgicamente, con rabias ignoradas.



Graz. 10-05-07

16.5.07

VANA ESPERANZA. Bolonia


El músculo está preparado, listo para la acción y desfilar por las calles de la ciudad de la mortadela. Es la cuarta vez que he estado aquí. Tengo un leve resfriado y la vana esperanza que en la tarde sea diferente. Me aburro de la manera más amplia y larga que me ofrece el castellano: soberanamente. La ciudad sobrevista me produce nostalgia de sus pórticos sucediéndose. Quizás sea el sol que entra en la estancia y que sobreexpone mi tedio, pero soy invadido por algo así como una sensación de extrañeza. La había sentido antes pero aquí es superior a la de cualquier otro lugar. No es el extrañamiento de la distancia y de la lejanía. Es la extrañeza del animal acechante ante una presa que no se come o ante un depredador que no hará daño. Es la oscura letanía de un spleen matutino o un anticipo lejano de serenidad convaleciente. Llega la tarde y, otro adverbio glorioso, meramente, paseo. Toco las hortalizas del Mercatto delle Herbe y compro en Tassoti libretas que iré rellenando con informaciones prácticas y recordatorias.

Bolonia. 26-03-04.

18.4.07

Suburbia. Manchester


Cerca del ayuntamiento, una amiga mía tiene ahora un nuevo apartamento entre el ayuntamiento y Chinatown: pequeño, amueblado con gusto, casi minimalista. Ahora está cerca de lo que le gusta: la urbe, la actividad, los buenos restaurantes, el cine. La inquietud por un cierto estilo a pesar de los orígenes y de los genes. Sue, que es el nombre de amiga, es una metáfora de su ciudad de residencia, Manchester. No corrí por el centro de la ciudad sino por uno de sus suburbio, Braudell o Bramwell.
Los desniveles son propios de la campiña inglesa y ya los conocía de una visita a Coventry. Es de noche y llovizna. Frío. Cuarenta minutos bellos y tensos y un cierto renacer del optimismo después de experiencias semifrustrantes. Tengo dudas y dolores y algún resquemor en la noche gélida. Las gotas caen en las gafas y la visibilidad es muy limitada. Voy mejor sin antiparras. En todo el trayecto las únicas almas están en un restaurante chino. Lo que queda de la ciudad parece un lejano reflejo tardoasiático. Sebald hablaba de la “ciudad de inmigrantes de Manchester y su decadencia imparable” en un contexto que no recuerdo y que no voy a consultar. Voy a saludar a Sue, desde aquí, que hace mucho tiempo que no sé de ella. Su hija se llama Vida.


M’ter. 15-02-04

14.4.07

La tierra muelle. Garachico. Tenerife


Fue un raro encuentro la costa amalfitana, Nápoles-Sorrento-Salerno. Aquí tambien hay algún acantilado, un poco menos pronunciado y sin limoneros, pero la sensación es más crepúscular, más abrumadora: el Atlántico, el mar realmente existente y un campo de fútbol que desapareció tras un golpe de mar.Ahora las barreras garantizan el peloteo actual. Cuatro luces amarillas casi alumbran el antiguo poblado de pescadores. Al lado, las olas rompen, el agua se extiende hacia poniente y la gran nube se acerca. Incomparable la fusión de la roca desnuda con la espuma. Estremecimiento en la oscuridad, el abismo se abre, insondable, bla, bla, bla.

Correr junto al mar, con el espíritu invocado de Shelley y Byron, correr ante el impetuoso mar (¡), correr casi tocando el mar es una vera experiencia estética. Correr es una posibilidad de experiencia estética: a pocos metros de donde estés siempre habrá un escenario móvil, con profundidad de caja y atrezzo natural y un presumible hallazgo visual o de otra índole. Allí, en Garachico, después de un tramo como de pista de ceniza, la tierra firme pero blanda. La tierra muelle. No estoy seguro de encontrarla en Cavafis o Walcott o en los poemas sobre el negro mar, la negra lava, la inmensidad del océano, la pequeñez nuestra y el corazón que late. En la tierra muelle sólo reboto yo, descansando de tanto arrebato tópico.

Garachico. Tenerife. 15-03-04

2.4.07

El tren de medianoche.


Véase al gran JRJ y cómo describe la puesta de sol en el Moguer de su infancia. Es una paleta de colores un tanto redicha pero pletórica de expresión. También pinta las alboradas: "¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oros.. por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva".
Amanece sobre Barcelona. Nos cruzamos con el tren de medianoche. Tres (más) veteranos (que nosotros) con cintas en el largo pelo. Un "Bon día", sonoro y el ritmo poderoso al iniciar una de las cuestas. Mi amigo Miguel, que es un profesional del transporte cotidiano, -mi taxista de cabecera-, y yo corremos entre el Carmelo y el Park Güell. Es un festival de cuestas, descensos, rampas, bajadas y subidas entre pinos, monumentos históricos, lugares derribados o a derribar, establos de caballos y el puente de Mühlberg, que ya referí otra vez como patrimonio del gran David Castillo. Cuando era pequeño, en los lados de los caminos que ahora recorro, cazaba renacuajos. Siempre que paso me acuerdo. Conozco a Miguel desde muy pequeño, pero él no me acompañó nunca. Creo que le gustaba más pintar. El título de este post es el que es porque le prometí que así sería. Ellos, los de la cinta, ya son el tren del amanecer. De hecho siempre lo han sido. Están de vuelta del esfuerzo, goteando la estampa malva y naranja del Fòrum. El momento se contagia de eternidad, "infinita, pacífica, insondable".

Barcelona, 29-03-07

24.3.07

Velar por el Locus Amoenus.Mallorca


El recurso horaciano es el tópico esperable en la primavera mediterránea. No obstante, es fantástico cuando se halla. Hete aquí que entre los olivos, las almendras y los frutales crece la hierba que comen los corderos mallorquines. Ellos balan cuando paso. Sus sonidos apagan algún ladrido lejano. El rumor de la carretera ya se ha amortiguado. Hace dos semanas que no corro y mientras me acomodo hasta sentir únicamente la respiración apoyada en mi ritmo, las nieblas matutinas se disipan. El poeta renacentista suspendía el tiempo entre sus huertos idílicos. Aquí, en el paisaje levemente domesticado, las liebres brincan por doquier. Jamás había visto tantas. ¿Cómo se llama el canto de las liebres? Inconu. Me estremezco y busco con presteza un terreno más sólido. Acabo en un arcén con nuevo asfalto de una carretera inmaculadamente negra.

18.3.07

Belén levantino. Vera. Almería



Sobre la carretera ya conocida, ya trotada, al lado de los coches, que eran reconocidos, porque antes habíamos pasado por allí y vimos sus caras iguales, en el inicio del verano, la vuelta a Vera es siempre crepuscular. Por el sol implacable que obliga a correr tarde, por el poniente que siempre encrespa el mar y sobre todo por la fantástica puesta de sol a mi izquierda. Oigo un ruido entre el matorral como el de una rata. No me sobresalto porque veo sobre la blanca tierra el lomo anaranjado de una liebre, el mismo color que la camiseta que un club portugués, Lebres do Sado.El Levante de Almería era en esa hora como el tapiz, el papel decorado que utilizábamos en la decoración del pesebre infantil: las palmeras, el cielo, las remedadas casas orientales de alguna urbanización lejana. Ahora la carretera tiene rotondas, vías de servicio, canales de aceleración, anchura de calidad y sobre todo lavados de coches en las gasolineras. Los veraneantes vamos a las playas y a los inmensos supermercados. Hasta parece como si corrieras en casa, pero los 30 grados a las nueve de la noche no son exactamente las mismas condiciones. Tampoco lo son las cayentes gotas grandes ni las recuperaciones lentas. En la menos melancólica de las tierras, me veo afectado por una singular arteria. Eso es cuando no llevo zapatillas. Con ellas, la memoria es otra, el cuerpo calienta fácil, claro, la velocidad de crucero se adquiere rápido y la sudoración deviene rítmica.

8.3.07

El linaje


El dolor puede ser algo disociado del resistir, que es la esencia del corredor: aguantar, fortalecer, aguantar, esperar sufriendo, agonizar. Se sufre cuando no se corre o no se tienen ganas o no se puede cumplir lo propuesto o se tiene la mente en otra parte, no vagando sino enfocada en algún problema que te absorbe al que no puedes darle la vuelta y que debes utilizar como la gasolina que te empuja y espolea. La vida va por otro sitio, como siempre, más importante que tu esfuerzo o tu resistencia. Y así ni la Barceloneta, ni la suave brisa, ni el azul intenso, ni la timidez perdida del sol de invierno, ni el ameno recorrido, ni el agua a disposición, ni los extensos tramos sobre tierra, ni el raro rastro de la Barcelona que fue y que hollas, ni los fulgores(¿) de la que viene, ni los niños jugando, ni la pareja amándose, ni la variedad de paisanos ni la ausencia de turistas ni los motivos publicitarios (el próximo atardecer, el grupo de jóvenes despreocupados, la partida de dómino, el anciano sin camiseta, el perro corriendo al borde del agua) ni absolutamente nada es capaz de sacarte el sufrimiento otro, lo que te reconcome y te roe. Pero sigues, aprietas y te cuesta más que nunca y rebuscas y encuentras algo que te ayuda a sufrir o a soportar el sufrimiento. Algo así como que no hay más remedio que seguir corriendo porque te dices que pase lo que pase nada ha de perturbar tu paso y porque pase lo que pase sólo así te encontrarás bien. Que no hay más remedio que admitir que el sufrimiento, el cansancio, la mente despejada, la relajación, el buen humor deben ser transpuestos a lo demás que te ocurre, esto es, a la puta vida y que esta tiene ahora un apéndice ancestral en forma de carreras, cansancios, exhibiciones y penosos tiempos y evoluciones.

3.2.07

Doble vida de perro

Pensaba que sería interesante tener un perro para acompañarme en los trayectos. Habría que cuidarlo, atender sus necesidades fisiológicas, darle agua regularmente. Habría que estudiar la raza y su comportamiento: su agresividad, resistencia, disciplina, etc. Tendría que buscar donde dormiría, quién lo atendería en vacaciones.Estaba anticipando la reacción de mis hijas y recibí una especie de anunciación.
Lo que me queda y les queda a los que van conmigo no pasará más allá de dos vidas de perro. Es fácil hacer los cálculos incluyendo las desgracias o largas longevidades de los animales. Los tenemos cerca y sentimos hondas penas cuando se van, quienes los tengan o los han tenido. Una vida de perro plena y otra vida de perro perra, con suerte. Una vida para dejar el círculo cerrado y otra para dejarlo abrir. Seguramente sólo una vida para correr. Me queda con suerte una corta vida de perro para correr. Tengo el mismo panorama que mi hipotético perro de compañía. Puedo anticipar el lloro ante la pérdida del animal y de mi capacidad. Pensaba que sería interesante tener un perro para acompañarme en los trayectos y voy a conseguir la tristeza del perro flaco.

2.2.07

Rectángulos masónicos. Bruselas




"Dans le Parc [de Bruxelles], les allées et
les bassins dessinnent les outils maçonniques".
Tekeningen. AM 8: 504.


Como me recuerda el amigo Aurelio Dugony el parc de Bruxelles o Parc Royal, con sus 1.200 metros de diámetro en tierra perfecta para correr y buen drenaje cuando llueve, es más que el único lugar en el centro del centro Europa para correr. Es el lugar de transición entre el Palacio Real y el Edificio del Gobierno, es el espacio de las oligarquías: es un diseño de masones en el centro del poder belga. En su diseño ser reconocen sus símbolos claves. El texto lo escribo antes de correr: es por lo tanto anticipatorio, pero a su vez es recordatorio ya que conozco el terreno.

Mañana correré con buen tranco, un frío asumible y espíritu animado el cuadrilátero que acabo de descubrir que estaba cifrado y simbologizado, según la antigua creencia. Los pies sobre los símbolos de Dios y su obra. Obtengo el descubrimiento en el restaurante italiano Il Divino y me llena de gozo como todas las coincidencias inofensivas y simpáticas. Es sin duda simpático comentar que correré sobre el parque masónico. La semana pasada, en la que también estuve en Bruselas, quería acordarme de cómo habían sido realmente exhaustivos con la poda de los árboles y arbustos en el parque, cuyas entrelazadas ramas, hacen ahora una compañía espectral a la marcha. Sé que lo quería relacionar con el edificio del Théatre Royal du Parc, practicantes de un cierto teatro tradicionalmente europeo (menos producción y más talento) que alberga el parque. Pero ahora todo parece secundario ante la noticia y me devano los sesos para extraer alguna conclusión que no encuentro. No la encuentro. Mañana correré con buen tranco porque estoy en forma, queda un mes para la maratón y no tengo que forzar. Mañana disfrutaré sobre el Parc de Bruxelles y no me preocuparé en buscar temas sino en recibirlos, en dejar que lleguen a mí, si es el caso.

Bruselas 2-2-07

30.1.07

LOS TONIS

Baja Antonio, al que había visto correr hace un par de años, con el pájaro en la jaula envuelta en la tela de cuadros, el paso fuerte, un poco arqueadas las piernas y el centro de gravedad bajo. Se dirige hacia el lugar de reunión de los que se drogaban o se reían juntos y ahora lo siguen haciendo todavía. Comparten la calle y el lugar para escupir con otros más jóvenes y que ya dejan de serlo. Antonio fue siempre carne de bar. Nosotros lo conocimos porque quería jugar con nuestras bolas en las máquinas de millón y porque ya iba solo por ahí, desenvuelto y hablando por los codos. Antoni bajó justo detrás de él. Las gafas de pasta cuadrada, las zapatillas blancas J'Hayber. Parece que se dirige al centro donde han hecho castells o disparado con trabucos o quemado con petardos a sus convecinos y convecinas en las fiestas populares. Esto es, los diables. Antoni viene de su casa, muy cerca. A él no lo conocí cuando los bares de Antonio sino en las reuniones de las asociaciones, eso que llaman la trama de la sociedad civil. Antoni siempre ha vivido con sus padres, pero nunca sabrás de donde sale Antonio, que es padre doble o triple. No sé si él sabe realmente cuántos hijo tiene. Son elucubraciones mías. Aún y así y por más que me esfuerzo, no veo a Antoni corriendo. Tampoco me veía a Antonio.

22.1.07

¿Opiniones contundentes? Jardines del Buen Retiro. Madrid (18-01-07)


Del HOTEL DE LAS LETRAS al Retiro pasando por Cibeles y la Puerta de Alcalá. Paso delante de la calle de Barquillo (¿por qué tendrá ese nombre de galleta en la inmensa meseta?). Sigo los pasos de cualquier turista sin ganas de ver tiendas que es como seguir los pasos de un ciudadano de la capital cualquier tarde de hace no tantos años. Igual que el barrio de mi infancia era la cara de la pobreza, Madrid fue siempre para mí una imagen de postguerra. Invito al amigo Helios Prieto, ilustre psicoanalista, argentino, a darme dar una explicación. También Madrid es la ciudad galdosiana y la triste de Baroja. Madrides de ajo y un punto mugrientos, lejos de las estetizantes T4, las electrizantes nuevas olas y los barrios pujantes y los inmensos pasillos del poder real. Un Madrid olvidado que sigue en las películas de José Luis López Vázquez. Manolo Gómez Bur y toda esa pléyade: no están tan lejano uno de otro. Será por eso que Galdós no aparece en las citas que jalonan los espacios del super in Hotel en el que me alojo. Siempre vistió más Montaigne, Cortázar o Kafka.

El Retiro es un parque de magníficas condiciones para el corredor. Permite trayectos cortos y largos sobre tierra salvífica para las articulaciones, con sombra regular, y en el momento que lo hollé, seguro. Hay alguna cuesta utilizable, muchos corredores y escasas mujeres. Allí termino, ¡oh mis premaratonianas series¡, con un sentido de la disciplina asombroso. Don Benito estaría reportando el fluir melancólico de los jadeantes. No se lo creerán, pero el esfuerzo es un ejercicio de nostalgia, un seguro activador de los resortes de la evocación. Ahora Galdós estaría también dando vueltas, trazando mentalmente capítulos y Episodios, dejándose captar por alguna idea, repasando la estilizada figura de la otra. Un Reyno donde repasar el tremendo siglo XX y el ya cansado siglo XXI. Garbanzos por barritas de fibra.