18.4.07

Suburbia. Manchester


Cerca del ayuntamiento, una amiga mía tiene ahora un nuevo apartamento entre el ayuntamiento y Chinatown: pequeño, amueblado con gusto, casi minimalista. Ahora está cerca de lo que le gusta: la urbe, la actividad, los buenos restaurantes, el cine. La inquietud por un cierto estilo a pesar de los orígenes y de los genes. Sue, que es el nombre de amiga, es una metáfora de su ciudad de residencia, Manchester. No corrí por el centro de la ciudad sino por uno de sus suburbio, Braudell o Bramwell.
Los desniveles son propios de la campiña inglesa y ya los conocía de una visita a Coventry. Es de noche y llovizna. Frío. Cuarenta minutos bellos y tensos y un cierto renacer del optimismo después de experiencias semifrustrantes. Tengo dudas y dolores y algún resquemor en la noche gélida. Las gotas caen en las gafas y la visibilidad es muy limitada. Voy mejor sin antiparras. En todo el trayecto las únicas almas están en un restaurante chino. Lo que queda de la ciudad parece un lejano reflejo tardoasiático. Sebald hablaba de la “ciudad de inmigrantes de Manchester y su decadencia imparable” en un contexto que no recuerdo y que no voy a consultar. Voy a saludar a Sue, desde aquí, que hace mucho tiempo que no sé de ella. Su hija se llama Vida.


M’ter. 15-02-04

14.4.07

La tierra muelle. Garachico. Tenerife


Fue un raro encuentro la costa amalfitana, Nápoles-Sorrento-Salerno. Aquí tambien hay algún acantilado, un poco menos pronunciado y sin limoneros, pero la sensación es más crepúscular, más abrumadora: el Atlántico, el mar realmente existente y un campo de fútbol que desapareció tras un golpe de mar.Ahora las barreras garantizan el peloteo actual. Cuatro luces amarillas casi alumbran el antiguo poblado de pescadores. Al lado, las olas rompen, el agua se extiende hacia poniente y la gran nube se acerca. Incomparable la fusión de la roca desnuda con la espuma. Estremecimiento en la oscuridad, el abismo se abre, insondable, bla, bla, bla.

Correr junto al mar, con el espíritu invocado de Shelley y Byron, correr ante el impetuoso mar (¡), correr casi tocando el mar es una vera experiencia estética. Correr es una posibilidad de experiencia estética: a pocos metros de donde estés siempre habrá un escenario móvil, con profundidad de caja y atrezzo natural y un presumible hallazgo visual o de otra índole. Allí, en Garachico, después de un tramo como de pista de ceniza, la tierra firme pero blanda. La tierra muelle. No estoy seguro de encontrarla en Cavafis o Walcott o en los poemas sobre el negro mar, la negra lava, la inmensidad del océano, la pequeñez nuestra y el corazón que late. En la tierra muelle sólo reboto yo, descansando de tanto arrebato tópico.

Garachico. Tenerife. 15-03-04

2.4.07

El tren de medianoche.


Véase al gran JRJ y cómo describe la puesta de sol en el Moguer de su infancia. Es una paleta de colores un tanto redicha pero pletórica de expresión. También pinta las alboradas: "¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oros.. por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva".
Amanece sobre Barcelona. Nos cruzamos con el tren de medianoche. Tres (más) veteranos (que nosotros) con cintas en el largo pelo. Un "Bon día", sonoro y el ritmo poderoso al iniciar una de las cuestas. Mi amigo Miguel, que es un profesional del transporte cotidiano, -mi taxista de cabecera-, y yo corremos entre el Carmelo y el Park Güell. Es un festival de cuestas, descensos, rampas, bajadas y subidas entre pinos, monumentos históricos, lugares derribados o a derribar, establos de caballos y el puente de Mühlberg, que ya referí otra vez como patrimonio del gran David Castillo. Cuando era pequeño, en los lados de los caminos que ahora recorro, cazaba renacuajos. Siempre que paso me acuerdo. Conozco a Miguel desde muy pequeño, pero él no me acompañó nunca. Creo que le gustaba más pintar. El título de este post es el que es porque le prometí que así sería. Ellos, los de la cinta, ya son el tren del amanecer. De hecho siempre lo han sido. Están de vuelta del esfuerzo, goteando la estampa malva y naranja del Fòrum. El momento se contagia de eternidad, "infinita, pacífica, insondable".

Barcelona, 29-03-07