2.7.09

La mano baja lenta. La Monumental. Barcelona


Y el diestro corre. No huye, busca la distancia para provocar alegre la embestida. Es el único arrebato diferente a los otros, verticales y circulares. El toreo, como el baile, es arte del caminar. Quien no lo entienda así hace remolinos que no mueven el aire, mero gesto barroco aunque el toreo sea una danza de vueltas. El torero traza emocionados pases precisos. La serenidad es el desmayo. No quiere alargar, quiere descender. Está buscando el centro del universo. El toreo es un arte del caminar que no necesita de piernas sino de manos que alivien los caminos. Cuanto más abajo, más ciertas, más cerca nuestro. Hace años lloró, hoy las lágrimas eran de otros.