2.4.07

El tren de medianoche.


Véase al gran JRJ y cómo describe la puesta de sol en el Moguer de su infancia. Es una paleta de colores un tanto redicha pero pletórica de expresión. También pinta las alboradas: "¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oros.. por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva".
Amanece sobre Barcelona. Nos cruzamos con el tren de medianoche. Tres (más) veteranos (que nosotros) con cintas en el largo pelo. Un "Bon día", sonoro y el ritmo poderoso al iniciar una de las cuestas. Mi amigo Miguel, que es un profesional del transporte cotidiano, -mi taxista de cabecera-, y yo corremos entre el Carmelo y el Park Güell. Es un festival de cuestas, descensos, rampas, bajadas y subidas entre pinos, monumentos históricos, lugares derribados o a derribar, establos de caballos y el puente de Mühlberg, que ya referí otra vez como patrimonio del gran David Castillo. Cuando era pequeño, en los lados de los caminos que ahora recorro, cazaba renacuajos. Siempre que paso me acuerdo. Conozco a Miguel desde muy pequeño, pero él no me acompañó nunca. Creo que le gustaba más pintar. El título de este post es el que es porque le prometí que así sería. Ellos, los de la cinta, ya son el tren del amanecer. De hecho siempre lo han sido. Están de vuelta del esfuerzo, goteando la estampa malva y naranja del Fòrum. El momento se contagia de eternidad, "infinita, pacífica, insondable".

Barcelona, 29-03-07

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