12.10.10

El fin del túnel. Carmelo. Barcelona. 3.10.2010

Sé que después de tanto tiempo ya puedo correr más de una hora. Las rodillas, las choquezuelas de Sancho, responden. Se tiene que recuperar el tono muscular, hacer minutos, volver al sacrificio y a comprimir los horarios. La vida que he añorado tanto y que me espera de nuevo.

También sé que ni la fuerza ni la ilusión son las mismas. Ya conozco los límites y sus caminos. He escrito durante 5 años sobre correr y he procurado no hablar de ello sino de lo adyacente, de lo que se va después de cada vez me pongo unas zapatillas.

Ya está todo dicho.

Lo que queda, estará en mi mapa del mundo.


Ver cristaltunel2 en un mapa más grande

5.9.10

El muro de Maratón. Maratón. Grecia






Maratón es una calle en medio de la llanura de la batalla. Una pequeña y fea nada en medio de una nada media. Dos bares, una iglesia, un estadio y una especie de museo es muy poco para una visita. Normalmente el peregrino busca reliquias, santuarios u otros peregrinos con los que compartir su viaje. Yo buscaba “kanatas”, las sencillas jarritas metálicas para servir el vino, pero ni eso. Nada. Claro que no fui a Maratón solo por quincallería. Mi romería era también un servicio postal atípico. Llevaba mensajes que no sabía a quién dar ni dónde depositar. La intención era dar sentido a mi propia ocurrencia. Pensé que en el “Demokreio Marathonos”, el ayuntamiento de la ciudad, me inspiraría pero lo único que encontré fue a perros haciendo la siesta. A la vuelta del camino vi entonces el muro. El muro de Maratón, el muro de la Maratón, el muro del sufrimiento máximo y del calvario laico y voluntario y allí dejé los mensajes, como hacen los judíos en su muro. No leí los Salmos como ellos pero hice las fotos. Mission accomplished.

Siempre se corre en círculo. Se sale de un punto para llegar al mismo sitio. En el interín, el sudor y el tiempo. Camino. Origen. Camino. Nunca se va a otra parte aunque los trayectos sean diferentes.

No sois corredores. El vacío de vuestras vidas me turba.

1.9.10

Camino.origen.camino. Maratón. Grecia


"Camino, origen, camino".

Este es el mensaje a dejar en Maratón, el lugar de donde partió Filípides para la historia que ya nos es conocida.

Voy también con otro mensaje, que deja mi amigo Ignasi tomado de Tim Krabbé:

"Meyrueis, Lozère, 26 de junio de 1977. Tiempo caluroso y nublado. Saco las herramientas del coche y monto la bicicleta. Desde las terrazas de los cafés, turistas y lugareños observan. No son corredores. El vacío de esas vidas me turba"

No sé qué me voy a encontrar pero me gustaría pensar que el futuro será otro y que los mensajes tendrán el poder de modificarlo.

Tampoco sé dónde ni cómo voy a depositar los mensajes. Quizás, dobladitos como lo hacen los judíos en el Muro de las Lamentaciones en la estatua de Filípides si la hubiera; quizás quemados y desperdigados en el mar, donde ocurrió una de las batallas que nos libraron a todos de los persas; quizás leídos o declamados delante de algún promontorio o quizás me los coma en pequeños trocitos a modo de tortura nimia.

Sé que todo esto es una patraña absurda pero también sé que es necesaria.

Próximamente en sus pantallas.

7.7.10

Vida próxima II. Introspección III


Vuelvo derrengado la mañana del domingo por las calles que otros consideran extrañas. Algunos viven por debajo de tus pies mientras que otros se asoman al precipio cotidianamente. Debajo de tus pies y asomados al precipicio literalmente. Mientras que unos hablan de no lugares y otros descubren las periferias, recorro paisajes de la infancia entre el azogue del asfalto y las pulsaciones desmembradas, claras señales de indeclinable decadencia física. Sé que el paseo es una forma de ejercitar consciente la soledad y por eso los ojos no se me cierran únicamente por el sol. Veo ejércitos de niños y calles sucias y sin alfastar y una leve sensación de desasosiego que no se despega de mis suelas. No puedo desentenderme, poner un pie fuera y observar. Ya no oígo las voces de las madres, de los borrachos. Las voces han desaparecido y son irrecuperables. Estoy en un páramo edificado, entre construcciones silentes y desconchados eternos. La desidia de los unos y los otros se ha convertido en mera retórica estetizante, sí, pero contraria a la belleza decadente o a los espectáculos de la putrefacción. La desidia se aguanta con alfileres, blancas lanzas de batallas viejas.

26.5.10

UN TRÍO HOLANDÉS (modo Houellebeck). Utrecht











UN TRÍO HOLANDÉS  

Tragedia-Monólogo en un único acto

Dramatis Personae

IACOPPUS            PASTOR           

EDDY                        ENTREPRENEUR

R                        DESIGNERIN

TOMIKA            SADO QUEEN

V                        FLYING DUTCH

X   - CORIFEO              TRABAJADOR CUALIFICADO EN PARO

CORO :SURINAMÍES EN UN CALL CENTER HABLANDO EN NEERLANDÉS E INGLÉS


Después de luchas saturnales, Eddy ha conseguido la licencia para abrir un bar en una antigua iglesia católica que conserva decentemente sus paredes y algunos símbolos religiosos. Es practicante de sesiones de sado-maso con Tomika, su ama eslava. Es amigo de la infancia de Iacoppus, pastor principal de la ciudad y de V que ha decidido acabar con su periplo fuera de casa. Este tiene una pequeña participación en el futuro negocio e impone a R, su actual pareja, como designerin-arkitect de la remodelación. Tiene más pose que ciencia. Hace muchos años fue amante de Tomika:  V no R.  X consigue trabajo después de tiempo de zanganear y se encarga de los cálculos de obra para R. Se enamoran. Eddy los descubre pero oculta su pasión (la de ellos) por bien del negocio. V tiene un encuentro furtivo con Tomika que le descubre una nueva realidad. Iacoppus bendice el nuevo negocio porque también generará empleo y ocupación en una zona que empieza a verse afectada por la competencia global. Su sermón suena extraño a los feligreses que inmediatamente sospechan de dobles intenciones. Iacoppus actúa a la defensiva y se abre una campaña  de acoso y derribo a Eddy, Iacoppus y V. Alguien descubre que con la tapadera de los Call Centres, V es el capo de una red de prostitución internacional. R se separa de V. X se despide de la obra, vencido por su  dispepsia evidente. Eddy rompe la baraja y se retira del mundanal ruido. La lectura de una entrevista con   Tim Krabbé, autor de El Ciclista,  le reconcilia con su pasado deportista: “el sufrimiento es sufrimiento, no importa cuánto lo idealicemos o lo describamos románticamente, porque el dolor es dolor y la miseria miseria, pero una vez se supera, las endorfinas nos engañan haciéndonos pensar que hemos pasado un gran momento”. Lo deja todo por un futuro de padecimiento y recompensa, de grandes cimas y pequeños valles. Nadie sabrá de él excepto que rueda y rueda por las llanuras holandesas.

Pasan los años. Es más serio, más pálido y está  muy delgado. Invita a los dos amigos de la infancia, a Tommika, a R, a X y les habla de intermediación laboral, de nuevos horizontes y de grandes posibilidades de ganar dinero. En un gesto pomposo, descubre la placa en el frontispicio de su casa. Ha grabado en piedra su nuevo lema: Curriculum Vitae.

Baja el telón y se oye una canción ya vencida de Prince mientras Tomika se pone lentamente sus prendas de cuero.














6.5.10

El turista descarriado (Chapeu el esmirriau)





Chapeau (pronunciado cha-pe-a-u), el turista INTERESADO en desentrañar el indescifrable sabor local, descubrir los  secretos guardados, visitar  lugares recónditos y advertir las  bellezas no evidentes, se aventura por los caminos de la zona llevado por su intuición intrépida. CONSOLADO a medias con las espléndidas vistas, niega el sentido estético  a la  tamaña cantidad de papeles, latas y restos de envoltorios que salpican la montaña encima del famoso parque.  ABSORTO ante el espectáculo de la dejadez entre la irregularidad vegetal de su entorno, no sabe qué pensar ante los árboles raquíticos que se acunan entre piedras de granito. El camino es un lecho grisote con cacas de todos los tamaños que se transforma en vereda triscadora y que le lleva a lo que podría ser una especie de ermita abandonada y que es una ermita en efecto y que no está abandonada tampoco. Más EXTRAÑADO baja el senderito, esquiva la antigua cantera y se encuentra lo que pudieran ser o restos de una excavación ibérica o una antigua pista de petanca.  En verdad, no sabe que es una antigua forma de asentamiento humana, la base de una construcción prototípica y documentada en otras zonas de similar composición social e histórica: la base de un kiosko de fritangas, la Churrería del Carmelo, desaparecida por mor de la biología o del progreso, después de más de 40 años de servicio a la comunidad. CONTRARIADO por su incapacidad, Chapeau se adentra en el Delicias, pide una cerveza y observa los platos ubérrimos de patatas en salsas bicolores que devoran con satisfacción los habitantes. Se atreve con ellas  y al salir descubre junto enfrente que la línea de autobús que le ha transportado también tiene allí su parada. RECONFORTADO, se sube al primero que pasa en busca de la jungla de asfalto doméstico que es mi ciudad y nota allí cuando ha abandonado las curvas y las vistas en el viaje de vuelta, al ajo salsero incrustado en su estómago, laringe, epiglotis y píloro, impasible el ademán e inasequible al desaliento.


 

 

19.4.10

La lengua materna. Valenzuela. Córdoba



Bajo del Ave y dejo la maleta en el autobús de la Hureña que hace el trayecto Córdoba-Valenzuela como mi padre y mi abuelo hacían diariamente, mozos de cuerda en caminos y años polvorientos. Los pasajeros hablan la lengua de mi niñez, de mis padres y de los amigos que visitábamos en las barracas del Carmelo, en el negro Sabadell y en el salvaje Hospitalet, la lengua extraña y antigua que ya sólo oigo a mi abuela, la lengua materna con la que me dieron mi nombre: Juan José Pedregosa Sánchez. Río cuando lo veo escrito blanco sobre negro en letras capitales al día siguiente durante el paseo al pueblo: la casa de unos, la casa de otros, la iglesia, el antiguo cine, el cementerio, el calvario y los caminos que llevan lejos en el tiempo.

Repaso después las viejas fotos familiares y descubro cercano lo que antes era viejo. Encuentro una foto perdida: mi hermana sonriendo a cámara y mi hermano también riendo mientras que mi padre les mira feliz, los tres en el agua, en el río Burró. La foto es en color con los bordes redondeados y parece fuera de la época del resto, que son en blanco y negro. En el álbum se suceden las celebraciones y las caras sonrientes con la constancia de las ausencias: los que se fueron lejos o los que ya se fueron. Los que se quedaron, mi tío de ademanes tranquilos y mi tía de la voz clara, los suyos y los que vinieron después y que buscaron su futuro fuera son ahora las cuerdas que agarran la maleta en el viaje de vuelta. Vuelvo al Ave y miro la campiña cordobesa, líneas de olivos donde ha caído por la tarde agua de abril.

26.3.10

El Chino. Santiago de Chile


Voy al chino, la leyenda de la acupuntura chilena. Me pone las agujas, me duermo y tengo un sueño. Me levanto de la camilla y estoy en un piso quinceavo. El edificio vibra, abro la puerta, cojo a mi niño pequeño en brazos y bajo por las escaleras. Un violento temblor me tira pero estoy consciente y agarro fuertemente al pequeño. Llego a la calle cuando todo pasó. No hay luz. Pronto oigo otras voces. Mi niño ya no llora. Hablo después con mi padre y se acuerda de todas las veces que ha pasado por esto y yo le cuento  las mías. Mi padre me refiere las de su padre y las de su abuelo. Mi hijo ha crecido pero se ha ido lejos. Mi hijo vuelve y hablamos. Él no se acuerda de nada pero ya sabe todas las historias. Mi hijo siempre quiere que hablemos de ellas. Siempre quiere volver a empezar.

El chino se despide de mí con cortesía oriental. Mis rodillas duelen igual que antes. Miro al cielo y corro y corro y corro.

15.3.10

Doña Ceferina. Madrid.


Me imagino a mi madre interpretando los cantos y los bailes de las zarzuelas en el pueblo blanco, verde y gris de su infancia.El disfraz con cuatro trapos y tres flores bien puestas del coro de niñas y la maestra, doña Ceferina con los brazos cruzados, la alegría de la inocencia en un edén remoto, caluroso y seco.

- ¡Viva el alma juvenil!

Que probablemente oyó Josep Pla en sus años madrileños y qué bien que le hubieran venido para entenderles un poco, a los madrileños, cuyo gracejo reconocía bien ajeno y a quienes no acabada de entender, como a Galdós, con quien coincidó esos años, él en su juventud snob, el otro en su senectud de vieja gloria nacional en zapatillas.

- Por el humo se sabe donde está el fuego, del humo del cariño, nacen los celos.

Que habla de los años en que hubieran nacido los abuelos de los abuelos de don Benito (que era canario) y en los que Madrid era un hervidero de huríes, manolas y pollospera (pero no de chulapones) que iban al Retiro de francachela, a las máscaras, a verse y ser jóvenes.

- ¡Viva el alma juvenil!


Que cantaba el alegre pueblo de Madrid y que podrían haber cantado subidas en la tarima las niñas, debajo de Franquito y el crucifijo y que el alegre pueblo de Madrid tarareaba en la platea, con la música del autor catalán Vives, justo cuando Pla estaba por allí.

!Que viva¡

22.2.10

Il sacco di carbone, 5 EURU. Gela, Sicilia




Cuando debería haber avanzado por el lunghomare sobre el mar siciliano, en Gela, el espectáculo deprimente del agua y las arenas sucias y de su acceso imposible, del correoso viento y del complejo petroquímico en acción, opto por volver sobre mis pasos y meterme en la ciudad a chafardear, a hacer de flanneur a ritmo levemente rápido. Oigo a lo lejos el sonido inconfundible del megáfono. Il sacco di carbone, 5 euru. Il sacco di carbone, 5 euru. Il sacco di carbone, 5 euru. Sacos de carbón de 25 kilos sobre un Fiat Panda industrial rojo y el megáfono atado con cinta americana. El saco de carbón es una nebulosa que sólo se ve desde el hemisferio sur y quien la describió por primera vez fue Americo Vespucio. Éste fue el primero en darse cuenta de que el continente no era Asia y que era necesario otro mar para llegar a ella. Yo renuncié a mi lunghomare porque no quería horizontes, quería gente tal que el otro vendedor ambulante, de nombre Salvo, el mismo que el de mi héroe Montalbano, que colgaba de su coche un rotulito con la palabra MALOSS, en la imitación de la "s" castellana que hacen los italianos. MALOSS, que es casi un anagrama de LOMAS, como sobre la que se plantaron los restos magníficos de la acrópolis aquellos griegos fundadores de colonias(ahora en la collinetta de Mulino a vento). Resguardada de este, justamente avisto la necrópolis petroquímica en el mismo encuadre, huelo el mismo mar, noto el mismo viento sin que me olvide que lo primero que vi al llegar a la ciudad fuera la foto de abajo.

5.2.10

Epifanías bruselenses


Una mujer que nació en Japón pero que es belga, Amélie Nothomb, y que por lo visto era muy lista, descubrió cuando tenía tres años que “courir était cette trouvaille fabuleuse qui rendait possibles toutes les evasions”. Ahí estaba yo haciéndole caso el domingo por las alturas barcelonesas, refocilado en mis tendones dizque renovados, oyendo con atención los greatest hits del gran Jacques Brel, otro belga pero no nacido en Japón. Johnny Hollyday, que es la traducción de Mike Rivers al francés, decía que Brel era lo más parecido a un rockero que había conocido: noctámbulo, bebedor, mujeriego, lleno de energía, de alegría y de pesar a partes iguales. Había retenido la imagen del Brel del “Ne me quite pas” y de las copias directas de Serrat o de Raphael (que no estaban tan lejos) pero descubro ahora, subiendo la cuesta, a una especie de rabelaisiano brumoso, herido de infancia, alegre, juguetón, claro. Brel es Bruxelles o Brussel, pero también es Londres, es París, es Berlín, cuando Europa era Europa sin necesidad de que nadie explicara lo que es y todo el mundo sabía lo que era y lo que quería.
Vuelvo al camino y pasea con su mujer el amigo del amigo que ya no está. Los dos tenían los pómulos altos, orgullosos y cortantes. Ahora sólo los tiene el amigo del amigo. Cuando yo era pequeño ya me daban miedo, aunque confié siempre en los dos. En todo caso ahora lo que dicen sus pómulos es que si ha de ser salvaje otra vez, lo será. De pequeño lo era.
El lunes y el martes estoy en Bruselas. Es la capital oficial de Europa. No busco a Brel, que es como una lejana sombra, sino que simplemente trabajo entre funcionarios, administradores, burócratas del “bien-etre”. No me cruzo tampoco con ningún amigo de ningún amigo ni me acuerdo de que el domingo anterior, durante un pequeño instante, sentí un “deja vu” premonitorio, una especie de epifanía francófona, en clave de montaña del Guinardó y del puente de Muhlberg. Dice la belga-japonesa-francófona que “courir était le verbe des bandits de gran chemin et des héros en general”. Y así me veo como ellos, bajando con el freno de mano puesto, admirando la lontananza, contento de mis pómulos belgas.