18.12.07

A la izquierda, Bernini. Roma

Este a la izquierda es Bernini. A todo el mundo le suena tanto como Borromini. En tiempos eran una pareja popular y admirada en la Roma del barroco. Se dedicó a crear edificios y esculturas magníficas. Pintó su cara y vio la vida sobre ella. Yo había andado ese día cerca de San Juan de Letrán bien pronto. En la exposición romana dedicada al artista se citaba a Montaigne, el que se fue a su casa a pensar y a escribir y a vivir. Que se sepa ni uno ni otro se dedicaban a otra cosa que a sus pasiones. Y ambas les dieron conocimiento y serenidad.


Una perla de Montaigne:

"La muerte es el fin de nuestra carrera; el objeto necesario de nuestras miras: si nos causa horror, ¿cómo es posible dar siquiera un paso adelante sin fiebre ni tormentos?"

y la solución


"Soy partidario de que se trabaje y de que se prolonguen los oficios de la vida humana tanto como se pueda, y deseo que la muerte me encuentre plantando mis coles, pero sin temerla, y menos todavía siento dejar mi huerto defectuoso"

Y perlas como esta sin parar, con tranquilidad y simpleza: inteligibles como la cara de Bernini y el trazo del tiempo en su rostro concentrado y lejano, soñador como el propio Montaigne decía de sí mismo.

¿Qué coño hacen estos aquí me pregunto?

¿Justificar los momentos turismo del personal? ¿Justificar los momentos existenciales del personal? ¿Justificar los momentos pedantes del personal? ¿Justificar los momentos ensoñación estética del personal? ¿Justificar los momentos vergüenza ajena del personal? ¿Justificar los momentos ferozmente tranquilos del personal?¿Justificar los momentos los tengo ahí cerca y me dicen cosas y no tengo tiempo, ganas ni disposición de oírlos? Me gustaría hacer un panel de esos de votaciones para determinar la respuesta a la pregunta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que no hay una sola respuesta, pero creo que tiene más que ver con "los momentos ferozmente tranquilos del personal" que, sin duda, permiten que emerjan los pensamientos trascendentes de cada uno, pensamientos que de otra manera no ni el ritmo ni las preocupaciones te permiten tener. Es bueno que salgan y Roma es un sitio ideal para ello.