21.11.07

La foto de ayer. Londres


Al enseñar la foto me dijeron que la nube del fondo era humo y que por lo visto había mantenido en vilo algunas horas la seguridad de la ciudad. Yo no me di cuenta, claro. Desde el Southbank y uno de los puentes del Támesis sólo veía con envidia en la fría mañana a corredores yendo de un lado a otro. A la mañana siguiente, en Hyde Park, una sucesión predecible: las young girls, las ardillas, los patos cruzando en procesión y la fina lluvia. Quería pasar cerca de él y caí ante la estatua de Peter Pan, apenas visible en la bruma.

Hoy no había más rastro del humo que el color del bronce del personaje detrás de la valla. Londres es una ciudad apagada sobre la que brillan más que en ningún otro sitio los emblemas empaquetados de nuestra era y los estandartes de lo que vendrá.
El sol ilumina ahora a lo lejos Richmond Park. Un ciervo confiado parece que berrea. No hay humo. Todo es luminoso. Ya todos corren siempre.

15.11.07

Las puertas: una poética sin ínfulas. Roma


Era una imagen matutina de alguna película neorrealista de pícaros gesticulantes y mujeres de brazos en jarras. La puerta estaba cerca de San Juan de Letrán pero mi memoria ha sido incapaz de retener por más tiempo su nombre (el de la puerta). La recordaba como inicio de una plaza polvorienta y ahora es poco menos que un mojón desabrido en mi memoria. Normalmente retengo 3 o 4 detalles que al menos a mí me parecen significativos del lugar, de la gente, de mi estado de ánimo. Después lo combino en relativo poco rato con lo que me aparezca en el momento de la escritura. Nada hay predeterminado. Mi límite es mi vagancia y mi aún mayor falta de imaginación. A veces creo que descubro algo y después de escrito, veo que es sólo recuerdo. Realmente disfruto, aunque me apena no haber retenido más detalles romanos. En la foto, la Fontana di Trevi después de un ataque reivindicado por activistas presumiblemente de derechas.