10.10.08

Albania desde las villas


Pronúnciese villas a la inglesa, la casi f al principio y la ll como la bella italiana con el acento cargado en una a más abierta. Subiendo y bajando sobre la ciudad de Kalami, el pueblo desde donde Lawrence Durrell se inventó la mítica corfuota, las villas eran el elemento fuerte del paisaje: olvidémonos de los cipreses, de los pinos y de los olivos entreverados con los lentiscos y las especies del sotobosque, olvidémonos del limpio aire y de las fragancias de la vegetación que eran bien ciertas. Desde las villas, pero también desde la costa o desde el camino sudoroso, las únicas vistas son las de la costa de Albania, el país más pobre de Europa.
Las gotas caen como plomo. No se oye ni la chicharra. Las piernas se endurecen y el ritmo se lentifica. Llega la carretera general a un grupo de casas. Ahora no son villas sino casas pequeñas, mal diseñadas y peor construidas. Grecia tiene las plantas mejor cuidadas del mundo que conozco. Estos jardineros caseros son expertos en ubicar cualquier tipo de recipiente para que crezca el verde en medio de la precariedad. Hay un aviso en un poste. Es una esquela prendida con grapas. El siguiente poste no tiene esquela sino muchísimas grapas, algunas oxidadas. Sigo corriendo cuesta abajo, la hinchazón de las piernas baja, los latidos se acompasan, siguen las lumbares fastidiadas. Llego a las playas desde donde partí, estiro y pienso que Durrell tuvo suerte. Mientras me como el reparador bocadillo de mortadela, un batallón de squads queda aparcado, casi mecido por las olas, a la sombra de una villa costera.

Corfú, 21-09-05

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