10.6.07

Tres Turons. Barcelona



Turó es la palabra catalana para designar una montaña pequeña. Tres turons, tres montañas pequeñas, tres montañitas. El impulso de la activa Associació de Veïns de Can Baró por organizarla ha permitido visualizar el desideratum u oscuro objeto del deseo de algunos de los que transitamos cotidianamente por estos parajes. La carrera han sido apenas tres kilómetros sobre tierra en semidescenso desde el Mirador del Virolai hasta el Complex Esportiu Can Baró. A nuestros ojos, Barcelona y el Mediterráneo desde el Llobregat hasta el Besòs, una cuesta formidable en la calle de Mühlberg y otras agazadapas en el Parc del Guinardó. Es deseo que el año que viene la carrera tenga enjundia organizativa y más de diez kilómetros. Es posible entonces que venga más gente y descubran una Barcelona improbable a 5 minutos de las hordas organizadas que asuelan el Park Güell.

Los Tres Turons son una abigarradita Barcelona verde y tierra de subidas y bajadas, con vistas panorámicas gratuitas a la urbe, al mar y a sus entrañas. Es también una Barcelona con vistas despejadas sobre un pasado fácilmente reconocible. El año que viene los corredores podrán correr por las montañitas rompepiernas como hoy y quizás disfrutar muriendo con los porcentajes alpedhuezianos de la calle Conca de Tremp. También podrán degustar el recorrido de la calle Gran Vista, que permite la transición entre las vistas de la Barcelona oficial y la escondida en su zona norte (Horta, Nou Barris, Santa Coloma, Badalona) y disfrutar de la improbable asociación de una casa oupada delante del club de petanca, lugar de encuentro entre los deportistas y los activistas entre kintos e imanes que ayudan a recoger las bolas. Después de reventar por la calle Mühlberg, quizás los corredores podrían subir por las escaleras que llevan a los refugios antiaéreos de la Guerra Civil y descubrir las casas con gallinas, los palomares y hasta las colmenas de las abejas en peligro de extinción. Tengo una amiga que vive por allí y que tiene una casa con piscina, aire fresco y sensaciones de plenitud cada noche y yo le digo que tiene los días contados y ella me dice que no. A lo mejor la carrera ayudará a que los días sean más contados todavía porque nuestro Ayuntamiento no tendrá piedad si vienen muchos visitantes. Por eso pienso que la carrera del año que viene acabará con la tranquilidad de la calle sin nombre que va paralela por encima a Gran Vista y que acaba en las escaleras que mueren en el bar Morcillo y que ofrecerá, si pasara, imágenes extrañas a los habitantes de Doctor Bové y Penyal antes de meterse de nuevo en los loopings del Parc del Guinardó. Allí, como en todas las partes no construidas, podremos oír y quizás divisar pájaros no vistos en otros lugares de la ciudad, oler el pino refrescante, aprovechar las sombras. También las pitas (las atzavares, nombre fantástico) y chumberas creciendo a los lados y cubriendo parte de la montaña baronense. Oleremos quizás las barracas que ya no están asomándonos a las casas autoconstruidas que todavía quedan. Quizás en 20 años sacarán pancartas de “Runners go home” y seamos recibidos con enemistad o a lo mejor será lo contrario, la carrera movilizará, pondrá en contacto y permitirá disfrutar a sus habitantes y a los que vengan de un lugar tan raro, tan particular y tan enfermizamente olvidado.

Barcelona. 10-06-07

2 comentarios:

Spanjaard dijo...

Este que aquí firma, residente en la periferia de Aída y viajante esporádico a la ciénaga, nació y vivió en uno de esos turós. El tramo del autobús a mi casa en aquellos primeros 70, o el del metro del mercado de Vall d'Hebrón hasta casa, tanto da, es un subir al cielo de favelas que fueron dignificándose al mismo tiempo que se morían, se rediseñaban o se derruían. La calle Elías Pagés arriba, al pie del Tibidabo, barriada de Sant Genís, sección bloques herrumbrosos amarillos. Todavía hoy sigue siendo mi ciudad favorita, aunque siempre declaro que me tiran más otras perlas. Como corredor, recomiendo el suicida ejercicio de bajar al puerto viejo, subir corriendo por Lesseps hasta el Parc Güell, y bajar por Horta/Meridiana hasta la Sagrada Familia y regreso al punto de origen. Entona. Igual que las tortillas del Carrer Magdalena, al lado de Via Laietana. Todo es buscar. Y encontrar.

Juan PEDREGOSA dijo...

¡Ciénagas y Sant Genís¡ Tales son los lugares con pedigree de verdad: trozos de realidad humana cerca de la naturaleza a espaldas o sobre la ciudad. Esos son los lugares que los viajeros/los corredores deberían siempre buscar: los más ignorados