6.6.09

Trifásico mañanero.



Llegó el calor y ya estoy en el parque Güell bien pronto. Subo y bajo por el tramo del riachuelo que aparecía y desaparecía según las lluvias y que guardaba los hilillos de agua donde cada verano nacían renacuajos. Renacuajos de Barcelona, con denominación de origen a la sombra de los algarrobos. Aquí los buscábamos y guardábamos después en botes de cristal. Renacuajos negros a los que vi nacer las patas y después despeñarse desde un incierto receptáculo en un patio de luces del Carmelo donde pensaba que vivirían con nosotros en nuestra humilde morada, en bella compañía. Era entonces cuando llegó el profeta, con sus largas piernas y sus botas Puma, que era el detalle que le diferenciaba de todo el resto y aquella liga hubo por fin un paseo triunfal y el 0-5 y yo que lo disfruté jugando junto a los muebles de formica entre radios, humo y olor a licores. Nunca más supe de aquello. Pasamos después del blanco y negro de la televisión a ver mejor los colores pero entonces fue el blanco más persistente para mí y para los míos, pero no por ello, desafortunadamente, más triomfant. Y el niño que admiraba aquellas botas ya no se fijó más en ellas porque miraba las de los otros. Y pasaron los años. Y el joven hombre que olvidó aquellas botas y al que le dieron vergüenza los cariños de su presente, esa es la verdad pusilánime, dejó finalmente de interesarse por los unos y por los otros porque tenía la secreta esperanza que todo aquello pasaría y no volvería más y le dejarían en paz. Y aquello siempre vuelve, ya está inserto en el ADN de las mayorías. Y otra vez a las andadas inversas. Pero así como es imposible no sustraerse, es posible no sentir. Claro que disfruto del momento y tengo alegría, empatía y correspondencia, como diríamos, colectiva, pero hay algo que no fluye, que no acaba de salir de dentro. Y eso sale o no sale y ni sale para estos ni mucho menos para los otros.
Un día apunté que solo soy quien dejé de ser y al otro descubro en JB BALLANTINE que el historiador Hosbawn dejó dicho que “no soy capaz de recrear la persona que fui”. Parecen antitéticas pero ambas frases tienen razón. Soy el de siempre, más triste, viejo, cansado y pensativo pero los recuerdos están ahí, traicioneros y reveladores. En el riachuelo del parque ya no se estanca el agua. Ahora está canalizada, controlada en su desagüe. El riachuelo está seco. No quedan ni renacuajos ni algarrobos. Esta mañana la ciudad bulle esta como ocurrió hace tantos años aunque no me acuerde. Los niños todos y los míos van vestidos con sus colores y cantan y cantan. En el colegio se oye el himno por los altavoces derretidos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye Juan, que también hay niños que no son del barça o no les interesa el fútbol.
Un abrazo.
Juan Manuel

Anónimo dijo...

Yo también soy el de siempre, más triste, viejo, cansado y pensativo, pero en estas últimas temporadas con y gracias a Miquel he recuperado el futbolero creyente y absurdo que creía muerto y estaba dormido, o en verdad no es un renacer, sinó un empezar a vivir a través de...

Ignasi

Juan PEDREGOSA dijo...

Juan Manuel: pues claro, sólo faltaría
Ignasi: esto es la transmisión inversa de valores porque los valores, claro está, solo pueden empezar donde hay alegría