22.4.09

El churrero vocacional. Málaga-Bruselas



Volvemos al sur otra vez para mantener la memoria y también para intentar que quede fijada. Retengo la foto de familia que buscaba, sin blanco ni negro, llena del color de las tardes del sur. En aquella hubo nubes y un aguacero que limpió las calles, que las hizo más brillantes todavía que el parque de Málaga cuando lo riegan con meticulosidad cada mañana. Este es una ensenada de árboles con maneras de jardín botánico donde juegan los niños a subir al castillo de madera y sus padres les suben al burrito de metal y les hacen la foto como todas las familias de la ciudad han hecho los últimos 40 años. Allí encontré la foto sobreexpuesta a la luz.
“En secreto, escondo mis temores” y en público presento mis perplejidades ligeras.
Hoy he vuelto a otro parque, al de Bruselas, de rectángulos y triángulos masónicos, y lo veo por primera vez soleado y radiante, polvoriento casi. Siempre que vengo a la capital de Europa lo busco y esta vez he llegado a él par hasard. Volvimos a Málaga buscando al churrero de la esquina de la calle Merlo y él ya no estaba. Yo lo había visto, feliz con las jeringas y el aceite, los fines de semana después de su trabajo blue collar. No sabemos dónde fue pero sí que su vocación era bien firme, estirpe pura de Málaga.

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