18.1.09

El piso 26. Alicante



Desde allí arriba, contra el sol invernal del mediodía, veo parte del camino acabado de correr . Ha sido corto en espacio, no así en tiempo, gracias a una modelidad del autoflagelo a la que se llama series. Fueron ejecutadas (esa es la palabra) en una especie de epígono de parque junto al Barranco de las Ovejas. A la vuelta veo los ferris que parten hacia la isla de Tabarca, colonizada por ligures en la época de Carlos III. El tópico mediterráneo se cumple y la ciudad me trae a la mente Livorno (que a buen seguro ha sido genovesa) más que a las del sur y en parte a las griegas. Quizás hay menos heterogeneidad, bizarría, atropellos o el mal gusto que es muchas veces el desorden de estas riberas. Del mismo modo el puerto hurta a la ciudad el mar pero no la riqueza y su costura con ella lo separa más que le une, etc.
Sobre la ciudad se proyecta el castillo de Santa Bárbara en el monte de Benacantil, de tierras calcáreas, blancas, como todo el territorio que llega hasta Almería y que pone en su sitio la verdad de la aridez ambiente. Me creo entonces un emperador romano en su edad provecta (Marco Aurelio, Adriano, Augusto) que viera su imperio marítimo, todas sus ciudades y todas sus costas cansado y feliz, disfrutando del regalo de la luz reparadora.

2 comentarios:

Unknown dijo...

¿Me creerás si te digo que lo más alto a lo que he subido en el Gran Sol ha sido el pequeño escalón de la entrada? El parque es otra cosa, ese me tocó pisarlo a base de bien antes de ser lo que es, a la caza y captura de decrépitos briófitos.

Hago propósito de enmienda y prometo encaramarme al 26 cual emperador y cuanto antes, así que aprovecho: ¿se come bien?

Juan PEDREGOSA dijo...

Creo que es caro: 22 más iva Menú tipo ensalada crudités y salmon pimientos de piquillo Pero la vista lo compensa así como la visita al hotel que ya deja vislumbrar su camino a la decrepitud no sé si briofítica