24.2.08

El camino de los bivalvos. Punta Umbría. Huelva



Ha bajado la marea y deja un rastro de cárdenas conchas que enlosan la arena. Los esqueletos son pisados con celo. La línea corre paralela al agua y a la duna, en móvil simetría. El sol ha caído al fondo, abandonado tras la madera podrida del galeón del siglo XIV o XVI, recién aparecido. No hay nadie, no hay ni luz artificial en treinta minutos rapsódicos. La paralela es dibujada por la distancia entre la plenitud y el acecho oscuro del mar y de la noche. Un negro escalofrío alumbra la mezquindad autobiográfica. El miedo real y el gozo real van sepultando los cadáveres de los moluscos. Pasa el tiempo prestado cuando la luna sale entre tinieblas y se aproxima el final. Ha habido al inicio algún paseante, algunos pescadores acompañados de un perro, todos lejanos. Ha habido una mujer descalza andando en la orilla. Ha sido un día de una gratitud irremediable.


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